domingo, 5 de abril de 2015

ENTREVISTA CON EL AUTOR DE NOWHERE MAN, ROBERT ROSEN parte 1

ENTREVISTA CON EL AUTOR DE NOWHERE MAN, ROBERT ROSEN PARTE 1






Tomado de:

https://sites.google.com/site/entrevistasbeatles/entrevista-con-robert-rosen

Primero de todo, quisiera que los lectores de este blog le conozcan. ¿Podría hablarnos un poco de usted?
 Hola, lectores de “Blog sobre libros de los Beatles”. Mi nombre es Robert Rosen, pero podéis llamarme Bob. Soy autor del libro Nowhere Man: The Final Days of John Lennon (Nowhere Man: Los últimos días de John Lennon). La mayoría de la gente que está familiarizada con mi trabajo me conoce a través de este libro, que por cierto ha sido un éxito de ventas en los Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Méjico y Colombia.
 Soy escritor profesional desde 1974, y mis historias sobre el Pentágono, política y pornografía (así como las de Lennon) han aparecido en Mother Jones, The Soho Weekly News, Uncut, Proceso y Reforma (Méjico), Paniko y The Clinic (Chile), Headpress, Swank, High Society, La Repubblica (Italia), VSD (Francia), El Heraldo (Colombia), y The Village Voice. Hace poco he terminado un libro sobre la historia de la pornografía llamado Beaver Street.
 Vivo en Manhattan con mi mujer, Mary Lyn Maiscott, músico y cantautora –por favor, no olvidéis escuchar su CD, Blue Lights- y también escritora de relatos y obras de teatro. Nowhere Man está dedicado a ella.
 ¿Podría contarnos cómo se cruzó su vida y la de John Lennon? ¿Qué recuerdos tiene de él?
 Fui un fan que los vio por primera vez en el Ed Sullivan Show en 1964, y que los siguió como grupo y como músicos individuales durante los siguientes 16 años. La única relación personal que yo tuve con John Lennon fue cuando transcribí, edité y prácticamente memoricé sus diarios. Estos diarios los conseguí a través de Fred Seaman, amigo mío por aquel entonces. Me dio esos diarios pocos meses después del asesinato de John Lennon. Se suponía que los diarios iban a ser una fuente de material para la biografía sobre Lennon que Fred me había pedido que le ayudara a escribir. Todo esto lo cuento en el primer capítulo de Nowhere Man.
¿Recuerda qué estaba haciendo cuando le asesinaron?
 8 de diciembre de 1980. Era lunes. El cumpleaños de Jim Morrison. Estaba solo en mi apartamento en Manhattan aquella noche escuchando un especial sobre los Doors en la emisora local WPLJ. Una semanas antes, Fred me había dado un poco de hierba tailandesa del alijo de Lennon. Quedaban algunos restos así que me lié un porro y me lo fumé.
 Las noticias que contaban que habían disparado a Lennon llegaron a eso de las 11 de la noche. No dijeron que estaba muerto y yo pensé que no estaría herido de gravedad. Cambié de emisora y puse la WNEW-FM para escuchar el programa de Vin Scelsa (Nueva York por aquel entonces aún tenía buenos programas de radio comerciales, y el de Scelsa era un buen espacio de rock progresivo); Scelsa dijo que John Lennon estaba muerto. Su voz estaba rota, y él en estado de shock. Entonces puso “Let it be”. Fui al salón y puse la televisión. Estaba en todas las noticias. Me quedé impactado, no sólo por el asesinato, sino porque sabía que todo aquello iba a tener un impacto directo en mi vida. Llamé al Dakota para hablar con Fred. Quería decirle que no podía creérmelo y que lo sentía. Sin embargo, no conseguí localizarle.
 Cogí el metro hasta el Dakota ya casi a medianoche, y me encontré con el resto de personas que hacían vigilía allí. Me encontré con un artista que conocía de mis días de taxista, Peter Melocco, y estuvimos juntos por allí unas cuantas horas. Todo el mundo lloraba y sostenía con sus manos los titulares de los periódicos. También ponían una y otra vez “A Day in the Life” en sus equipos de música.
 También he escrito algo acerca de aquella noche en el primer capítulo de Nowhere Man. La edición de bolsillo americana de Quick American Archives contiene algunos extractos de mis diarios acerca de aquella noche que no están en las otras ediciones.
 El libro comienza con una historia algo extraña y decepcionante con el asistente personal de Lennon, Fred Seaman. ¿Qué recuerda de él?
 Fred era mi amigo, mi vecino, y un compañero durante muchos años. Yo fui su editor en el periódico de la universidad de nuestra ciudad, el Observation Post, que fue donde nos conocimos allá por 1973. Salíamos juntos, nos divertíamos, trabajábamos y viajábamos juntos. Incluso trabajé para su tío Norman en cierta ocasión, y colaboré en algunos sketch cómico-teatrales con su padre, Eugene, que era un músico clásico. Así que se puede decir que éramos como de la familia.
 Cuando Fred fue contratado por John (a través de su tío Norman, que era amigo de John y Yoko) era natural que acabase pidiéndome ayuda para escribir un libro sobre Lennon. Confié en él implícitamente, cosa de la que me arrepiento ahora. Mirando hacia atrás, es verdad que hubo señales de aviso, como cuando Fred me decía que él estaba “por encima de la ley”. Ignoraba todo eso –o elegí ignorarlo ya que estaba completamente absorbido por el material que tenía y la redacción del libro. También pensaba que estábamos haciendo lo que John quería. O eso es lo que Fred no dejaba de decirme todo el rato.
 Ahora, casi 29 años después, mi tendencia es la de ver a Fred como una figura débil y trágica que se vio superado por la situación. Creo que su proximidad a Lennon y Ono, para quienes su riqueza y fama parecían no tener límites, le volvieron literalmente loco de avaricia y envidia. Creo que las drogas y el alcohol –y por allí había mucho de eso- jugaron su parte en ello también. Creo que Fred estaba tan enfadado con Ono, sobre todo tras el asesinato de Lennon, que se sintió legitimado para robarnos a ella y a mí, porque yo simplemente era una marioneta en su plan, y al final parecía que me estaba entrometiendo en su camino y haciendo demasiadas preguntas.
 Tenía las llaves de mi apartamento. Me mintió. Me mandó fuera de la ciudad. Entonces aprovechó y registró mi apartamento y se llevó todo aquello sobre lo que estaba trabajando. Y la verdad es que no creo que nunca vaya a estar preparado para perdonar una traición así.

Para escribir este libro tuvo que descifrar la escritura y pensamientos de Lennon. Pensándolo bien, usted debe ser una de las pocas personas en el mundo que haya hecho algo similar. ¿Qué significó este trabajo para usted?
 Fred trajó los diarios de John a mi casa en mayo de 1981. Sacó el diario de 1980 de una bolsa, era uno de sobremesa de la revista New Yorker, y lo puso sobre mi mesa.
 “¿Qué es esto?” - pregunté.
 “Tú míralo,” dijo.
 Lo hojeé por encima. Había muchas partes que contenían una letra casi indescifrable, además de muchos recortes de periódico y fotos de los Beatles. Entonces me di cuenta: “¡Joder! Esto es el diario de John.”
 Quedaba claro desde aquel momento que los diarios eran la llave de la conciencia de John y de la “última biografía de Lennon”, la misma que John le pidió escribir a Fred en caso de que algo le pasara. Después de vivir con los diarios durante un par de semanas y hojearlos a diario (antes de que empezara a transcribirlos), sabía que aquellas hojas iban a cambiar mi vida. Esta era realmente la misión por la que había estado esperando. Aún así, no fue hasta octubre de 1981 que encontré la energía y la motivación para empezar a descifrar los garabatos, códigos y símbolos de Lennon. Entonces fue cuando me puse con ellos a tiempo completo, 16 horas al día, hasta que di el trabajo por finalizado. Tal y como dije en Nowhere Man, cuando finalmente conseguí romper aquella barrera y empecé a entender todo lo que él estaba diciendo, sentí como si la energía de Lennon fluyera por mi cuerpo, sobre todo cuando leía sus palabras en voz alta. Hacer esto en soledad en mi apartamento de Washington Heights en Manhattan era muy raro y emocionante a la vez. Me encontraba con la verdad tal y como nunca la había visto antes.

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